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¡Abstención!

por | May 3, 2025 | Opinión | 0 Comentarios

En estos tiempos oscuros, bajo un gobierno corrupto y amañado, que ha pisoteado sistemáticamente al estado social de derecho al actuar por fuera de la ley y verla inaplicable a él, aparece una posición absolutamente democrática para frenar a Petro y a su recua. Aquí ya tenemos claro que no hay escrúpulos; esta izquierda, que dice llamarse progresista -cuando sólo genera retraso y estancamiento-, “vende a su mamá, de ser necesario.” Como estamos peleando en una situación marcadamente desigual, porque el gobierno detenta el poder y es quien maneja la plata de los ciudadanos, pero además porque no cumple la ley como los colombianos de bien, los que estamos de este lado de la historia debemos unirnos, solidificar una posición frente a la consulta popular, y actuar en consecuencia. La aprobación de la consulta requiere, como primera medida, que se llegue a un umbral, que se calcula actualmente en 13 millones setecientos mil votos. Ahí está el detalle: si no se logra este umbral, vote como vote la gente, carecerá de validez, de legalidad. Si ese umbral no se da, diríamos que la consulta nunca llegó a tener vida jurídica, es decir, que nunca existió. A eso invitamos hoy, según nuestro análisis realista y que defiende, obviamente, nuestros intereses y la vida que teníamos hasta que se posesionó el guerrillero.

Los colombianos de bien, los que vemos cómo la Colombia de hoy dista mucho de la que por años ayudamos a construir, esa misma que no era perfecta -ni mucho menos-, pero que nos garantizaba unos derechos y unos deberes recíprocos, aquella en la que pagábamos puntualmente unos impuestos que generaban bienestar general, debemos quedarnos en casa en la fecha en que se disponga la consulta. No nos digamos mentiras: lo de menos para el gobierno es el contenido de la consulta; lo que los mueve, la razón por la que quieren dilapidar 700 mil millones en un país que hoy carece de salud, de vivienda, de educación, es poner el proyecto de Petro en el termómetro nacional, es dar de qué hablar, es movilizar indígenas y vagos, a los que les habrán pagado antes, para hacer ver un bulto social que no existe. No nos dejemos engañar: ellos no son más, están lejos de eso. Pero ellos sí se organizan, se traban con la misma droga y beben el mismo licor: el del asistencialismo, aquel que celebra un régimen de izquierda en el poder. Hemos visto muchas entrevistas a los indígenas que trajeron a la capital para marchar el 1 de mayo; la gran mayoría no sabe por qué están en Bogotá, no sabe a qué los trajeron, pero empinan el brazo y gritan “salud”.

Los buenos somos más; de los 11 millones y pico que apoyaron a Petro en esa maldita segunda vuelta que lo enfrentó a Rodolfo Hernández -QEPD-, se han perdido muchos apoyos. Conozco a varios arrepentidos, que me contactan para lloriquear y dar a entender lo apenados que están por tal desatino. De mí reciben escucha más no comprensión. Les contesto rápidamente que maldigo el hecho de haberles permitido votar para que la delincuencia nos gobierne, que ya es tarde para desear el no haber apoyado a un guerrillero -que violó la ley antes, la siguió violando y que no ha dejado de hacerlo-. Ya es tarde para eso, se les dijo lo que nos esperaba, esos votantes son los responsables absolutos de la tragedia que estamos padeciendo. Y ahora nos toca a nosotros, “pagar los platos rotos” y mirar cómo recomponemos el camino. Pues ya está: no votemos la consulta. No veo viable que, aunque compren y compren votos -que dicho sea de paso ya lo están haciendo-, lleguen a que casi 14 millones de ciudadanos vayan a las urnas. Así como hace unos años hicimos campaña por el “NO”, y ganamos -aunque Santos “se hizo el de las gafas”-, esta vez no saldremos a votar, la abstención será una decisión considerada como una herramienta electoral, una postura democrática que será el remedio a esta grave enfermedad.

No saldremos a votar, seguiremos atentos para revisar esta idea y para recomponerla, de ser necesario. Pero por ahora, no iremos a votar, no le haremos el juego al “cuello de tortuga” del M-19. ¡Abstención!

Jorge Avila Urrea

Jorge Avila Urrea

Jorge Eduardo Ávila es abogado de la Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario de Bogotá, tiene una Especialización en Educación y una Maestría en dirección de Centros Educativos (Universidad de Villanueva, España). Ha sido Rector del Gimnasio del Norte de Valledupar y actualmente profesor de la Universidad de la Sabana.

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