Esta columna les sonará extraña, fuera de lo común. Espero que así sea. Lo que pretendo es mostrar una perspectiva diferente a lo que hemos leído en los últimos días, a lo que nos han informado los medios. Dejaremos de lado la responsabilidad del gobierno Petro en lo que viene sucediendo, que es absoluta, producto de su política errática denominada “paz total” y nos enfocaremos en construir una propuesta que proyecte a Colombia hacia un futuro mejor.
En septiembre del año pasado, más exactamente el lunes 23, tuve la oportunidad de participar en una reunión, que reseñé en las columnas de entonces, de amigos de María Fernanda Cabal. Hablamos de muchos temas, importantes unos e inquietantes otros, y en una de mis intervenciones pude referirme al daño que los egos de muchos políticos de centroderecha y derecha le han causado a la defensa e implementación de dichas ideas en varias ciudades relevantes como Bogotá, Medellín, Cali, Santa Marta e Ibagué y a nivel nacional. La derecha tiene exponentes interesantes, hay gente valiosa, inteligente y con muchas ganas de trabajar para devolvernos las condiciones de vida que disfrutamos hasta que el comunismo ganó las elecciones presidenciales. Petro ganó gracias a que el voto de derecha y el de opinión se dividió entre Fico y Rodolfo Hernández; también el centro, esa izquierda que teme declararse como tal, dividió un poco el voto de opinión. Y, como sucedió en 1982 cuando Belisario aprovechó que López Michelsen y Galán se enfrentaron y le allanaron el camino -sucedió lo impensable-, y ganó, la historia se repitió en el 2022. Es hora de organizarnos, de ceder ante los egos y de unirnos, como derecha, como la mayoría que somos, para regresar a la Casa de Nariño e iniciar la reconstrucción de Colombia.
Desde el sábado pasado estamos viviendo una pesadilla con sabor a pasado; un pasado amargo que, si bien no se había superado del todo, regresó al espectro político gracias a la maldita paz total de Petro. Lo que le sucedió a Miguel Uribe Turbay, un buen tipo, brillante, decente, valioso, no sólo es injusto sino absurdo. Un niño se le acercó, frente a decenas de personas y le disparó en la cabeza. A todas luces increíble e inaceptable. Todo esto es doloroso, nos ha afectado a muchos, ¿cómo podemos darle la vuelta? Ya el daño está hecho, Miguel lucha por su vida, por no dejarnos, mientras Iván Mordisco, uno de los más importantes apoyos de Petro para acceder al poder, planea continuar una vorágine de violencia que afecte al presidente Uribe, a Vicky Dávila, a Cabal y a De La Espriella. ¿Qué hacer? Unirnos, cerrar filas, apoyar a un solo candidato que nos permita triturar a las ideas de izquierda que nos tienen gobernados por el hampa, con el país invadido por cultivos de coca, con la institucionalidad herida de muerte, con la desesperanza corriendo por nuestras venas.
Lo que le ha pasado a Miguel Uribe debe ser suficiente para lograr unir a la derecha, a quienes votamos por defender la democracia y la libre empresa, a quienes apoyamos un estado gendarme, pequeño, que deja a la iniciativa privada casi todo lo que debe suceder en un país, y que, por medio de las superintendencias, vigila muy de cerca la correcta prestación de servicios y la producción; que mantiene el monopolio de las armas, y que, gracias a la buena administración de los tributos -que no tienen origen público sino privado- educa, cura, da techo y bienestar a quienes más lo necesiten.
Miguel tiene que unirnos para lograr la retoma del poder, para aprender esta lección dolorosa que nos deja el primer gobierno zurdo de la historia y que esperamos, no se repita. Maldecimos también las amnistías que han permitido que homicidas gobiernen los estados que quisieron destruir, a posteriori.
¡Fuerza Miguel! Dios está de nuestro lado, pronto terminará la noche y nos recibirá un amanecer lleno de prosperidad y de trabajo honesto por Colombia. Haremos realidad los sueños de Miguel Uribe y los defenderemos con la propia vida. Es momento de ceder, elegir un solo candidato y arroparlo sin titubeos para ganar. ¡Amén!
Me parece muy importante, coherente y cierto lo escrito en este artículo. Lo comparto plenamente y es el camino que debemos seguir.