No hay que tener estudios avanzados en economía para saber que la política macroeconómica no se maneja desde X ni con discursos populistas sino con acciones concretas y certeras que hacen que una economía crezca, tenga confianza y sea llamativa para los inversionistas. Lastimosamente, el Gobierno Nacional se saltó las clases de economía que hoy en día nos cuesta tanto; en palabras coloquiales de mi generación estaríamos en una tusa económica. Aún más, con el discurso polarizante donde el crecimiento empresarial es el enemigo del “pueblo”. Cabe sincerarse y exaltar el manejo por parte del Banco de la República gracias a ser técnico y riguroso.

Para cumplir con tantas promesas de gratuidad, programas sociales y justicia social se requiere meterse la mano al bolsillo de las finanzas públicas que evidentemente están en rojo, es decir, se gasta como millonario con ingresos mínimos. Para el 2023 según el DANE el crecimiento económico fue del 0.6% y para el 2024 Banco de la República proyectó un incremento en sectores claves de la economía pero la realidad es otra, sectores como la construcción, manufactura y comercio con caídas importantes. Si le añadimos la abrupta caída en la inversión privada. Así pues, como diría Carlos Vives estamos en la tierra del olvido. O creando una crisis fiscal.

Al analizar las tendencias del gasto público se observa un aumento del 14% para el 2023 y para el presupuesto de 2024 casi el 60% del mismo se destina a funcionamiento, transferencias y deuda. Ahora bien, si se observa las transferencias del sector salud con una crisis que cuesta vidas día a día y un sistema casi inoperante por la reforma obligada gracias a la terquedad de Petro, se prevé un aumento de casi el 10%. A pesar de estar con el agua hasta el cuello se llenan las palabras populistas junto con la carrera de campaña presidencial del próximo año prometiendo más subsidios, transferencias y burocracia para tener votos.

El déficit en Colombia para 2023 cerró en 5.3% del PIB y para el 2024 fue de 6.8% PIB el más alto en el último tiempo sin considerar los años del Covid-19. Y se cree que modificar la regla fiscal es algo común y corriente. Según el Fondo Monetario Internacional la deuda pública en Colombia se ha exacerbado en los últimos años y las calificadoras de riesgo más importantes nos indican la baja en la confianza acerca de la sostenibilidad de las finanzas públicas. Incluso nos han reducido el grado de inversión que tomará 10 años volverlo a recuperar. En este punto la pregunta es fácil: ¿Sin crecimiento se puede cumplir con la redistribución?

Este debate no se trata de términos filosóficos de igualdad y equidad sino que es necesario generar mecanismos económicos responsables para reducir los índices de desigualdad en Colombia. Sin embargo, pretender hacerlo con una economía que agoniza es plenamente irónico e irracional. Es tiempo de dejar de jugar a los discursos populistas y tomar decisiones que realmente resuelvan las condiciones estructurales de los colombianos, la frase es simple y sencilla se necesita una economía que crezca. De lo contrario, amanecerá y veremos una crisis fiscal.