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Ganarle la batalla al móvil

por | Jun 15, 2025 | Opinión | 0 Comentarios

Vivimos quejándonos de que los niños están pegados al celular. Que ya no juegan como antes, que se aíslan, que viven en un mundo digital donde la familia y los amigos quedan en segundo plano. Pero ¿y nosotros qué? ¿Qué hacemos más allá de prohibirles el uso del móvil o recriminar su adicción a la pantalla? Tal vez ha llegado el momento de cambiar la estrategia: dejar de luchar contra el teléfono y comenzar a diseñar activamente experiencias que valgan más que una notificación.

Ganarle la batalla al móvil no significa apagarlo a la fuerza. Significa encender algo más poderoso: una conexión real con nuestros hijos, hermanos y amigos. En lugar de imponer límites sin sentido, diseñemos encuentros que generen recuerdos. Pero para lograrlo, necesitamos entender mejor qué necesidades están intentando satisfacer los niños con el uso del celular. Aquí es donde el pensamiento de diseño —o design thinking— nos ofrece una herramienta valiosa.

El design thinking nos invita a ponernos en los zapatos del otro, observar, escuchar y empatizar. ¿Qué buscan nuestros hijos cuando se refugian en sus pantallas? ¿Diversión? ¿Reconocimiento? ¿Conexión? ¿Escape? Si dedicamos tiempo a conversar con ellos desde la empatía, podremos descubrir qué necesidades emocionales están insatisfechas. Tal vez se sienten solos, aburridos, o no encuentran espacios donde puedan expresarse libremente.

A partir de ahí, podemos co-crear actividades de gran valor. Por ejemplo, si descubrimos que sienten que nadie los escucha, podemos organizar “rondas de voz” familiares donde cada uno, una vez a la semana, comparta cómo se ha sentido y qué ha aprendido. Si lo que buscan es reconocimiento, podemos proponer retos semanales donde cada miembro de la familia muestre algo que sabe hacer bien: desde trucos con el balón hasta hacer una caricatura o resolver un cubo Rubik, celebrando siempre el esfuerzo y la creatividad.

Si lo que les hace falta es aventura o novedad, diseñemos una “Misión Misteriosa”: una actividad sorpresa donde se despierten con una carta que diga “Hoy serás arqueólogo, chef, detective o científico”, y durante el día vivan una experiencia temática adaptada a su edad. Incluso podríamos diseñar junto a ellos un “sueño a cumplir en familia”, como aprender algo nuevo juntos: desde tocar un instrumento hasta hacer cerámica o plantar un huerto.

También podemos salir de casa y redescubrir el entorno. ¿Cuándo fue la última vez que caminamos sin rumbo con nuestros hijos, simplemente para observar? Una expedición urbana con una lista de “cosas por encontrar” (una flor roja, una bicicleta antigua, una puerta azul) se puede convertir en una aventura memorable. Otro ejemplo: adoptar una rutina familiar como “el día sin electricidad” cada mes, donde solo se permita el uso de velas, papel, lápiz y mucha imaginación. O incluso diseñar un “Museo de Nuestra Vida” en casa, donde cada semana se agregue un objeto con una historia.

Estas actividades no solo entretienen, sino que enseñan, fortalecen vínculos y muestran que hay vida más allá de la pantalla. Lo mismo puede aplicarse a hermanos y amigos: organizar una salida al campo sin señal de datos, pero con fogata, risas y una guitarra; o un club de lectura mensual donde se compartan libros, ideas y café o chocolate caliente. Incluso las tardes de juegos de mesa, esas que antes eran tradición, hoy pueden ser rescatadas como rituales de conexión.

Diseñar experiencias de valor desde la empatía y la intención es nuestra verdadera arma en esta batalla. No se trata de negar el celular, sino de ofrecer algo mejor: tiempo de calidad, conversaciones que importan, momentos que no se olvidan. Ahí está la clave. Cuando lo que vivimos juntos supera lo que el móvil puede ofrecer, entonces habremos ganado.

Y lo mejor es que esta victoria no es sólo para ellos, también lo es para nosotros. Porque, en el fondo, también andamos buscando algo que nos saque de la rutina digital y nos devuelva a lo esencial: estar juntos, de verdad.

Gerardo Angulo

Gerardo Angulo

Ingeniero Industrial, Magister y Doctor en Innovación y desarrollo tecnológico. En la actualidad se dedica a la docencia e investigación en Educación en Ingeniería, Innovación e Inteligencia Artificial

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